Balneario de aguas mineromedicinales

Durante la segunda mitad del siglo XX, la hegemonía del turismo de sol y playa era indiscutible. Sin embargo, ya entrados en el XXI, el concepto de vacaciones va mucho más allá, con una amplia gama de opciones turísticas en función de los gustos, tiempos y presupuestos de cada uno. 

Ofertas de turismo rural o de aventura han experimentado un fuerte crecimiento, impactando a su vez en el desarrollo de un nuevo formato: el turismo termal, recuperando una histórica tradición con propiedades curativas que viene desde la Antigua Grecia.

Sin embargo, en el resurgir de la actividad termal se han producido cambios en la oferta y en el modo de entender el papel de los centros termales.

Hoy en día los balnearios ya no son únicamente sinónimo de salud, sino también de estética y, sobre todo, de ocio.

Y en el contexto de la salud, entran en juego nuevas motivaciones como la relajación y el bienestar, más orientadas hacia la prevención que a la curación. Además de los balnearios, con su triple vertiente lúdico-preventiva-curativa, otros tipos de oferta han cobrado fuerza en los últimos años como los spas.

Por todo lo anterior, nos parece conveniente matizar las principales diferencias entre estos nuevos actores del turismo termal para despejar la confusión entre las diferentes tipologías de centros.

Gráficos obtenidos del Informe “Turismo Termal en España” de la EOI

BALNEARIO

Son aquellos establecimientos que disponen de aguas mineromedicinales declaradas de Utilidad Pública para la aplicación de tratamientos y técnicas de hidroterapia, así como supervisión médica.

No existe una fecha exacta de cuando se descubrieron los primeros manantiales de aguas mineromedicinales que emergían a la superficie con la riqueza mineral del subsuelo y proporcionaban salud y bienestar a quienes se sumergían en ellas o las probaban. Pero sí sabemos que los griegos destacaron sus propiedades, como bien se encargó de reflejar para la posteridad Homero en su Odisea, en la que Ulises describía los beneficios de los baños.

Para los romanos, este tipo de agua alimentaba sus “termas”, que se convirtieron en un elemento esencial de su sociedad. Construyeron edificios para fomentar su uso y establecieron circuitos de baños de agua a diferentes temperaturas y con distintas propiedades.

Lo mismo ocurrió con los Baños árabes, de hecho, la Medicina árabe no se puede entender sin el Termalismo, fundamental en la búsqueda de la salud y el bienestar; también la cultura del Hammam como rito social y de higiene, es una herencia directa de esto.

Tras caer en el olvido en la Edad Media, con la llegada del Renacimiento en el siglo XV y la recuperación de la cultura clásica, el agua mineromedicinal volvió a recuperar su importancia. Fueron muchos los estudios que se publicaron y alabaron las propiedades curativas de estas aguas, cuyas virtudes se vieron reafirmadas gracias al progreso científico, quedando demostradas empíricamente.

El siglo XIX, supuso un período de oro para los balnearios europeos, incluido los españoles. Se construyeron edificios emblemáticos en entornos de gran belleza natural y se desarrollaron nuevos tratamientos y terapias. Desde entonces, el uso del agua mineromedicinal para la mejora de la salud y el bienestar, ha sido una constante en nuestra sociedad.

Gráficos obtenidos del Informe “Turismo Termal en España” de la EOI

SPA

Hoy en día han ido surgiendo otros centros de belleza y salud diferenciados de los balnearios, los denominados spas.

Según una definición del Instituto de Turismo de España de 2008, los alojamientos con spa son aquellos en los que “se realizan diferentes tipos de tratamientos preventivos, estéticos y/o de relax, utilizando agua potable sin propiedades específicas. No son aguas mineromedicinales o termales, ni tampoco es agua del mar. Es agua potable a la que se le suele añadir aditivos para aumentar sus efectos relajantes o estéticos.

La principal diferencia entre un balneario y un spa radica en las propiedades naturales de sus aguas. Si bien los spas también cuentan con instalaciones de hidroterapia, su agua no proviene de manantiales naturales de aguas mineromedicinales, sino que suele ser enriquecida artificialmente.

La oferta en tratamientos de bienestar (masajes, saunas, piscinas relax, etc.) suele ser similar a la disponible en los balnearios, pero más orientados a funciones estéticas y cosméticas.

Al no necesitar de manantiales naturales, la mayoría de los spas se ubican en las ciudades, pues su oferta se basa en actividades de relajación y bienestar como contrapeso al frenesí urbano.

La diferencia entre idiomas contribuye a confundir ambos términos ya que, en inglés por ejemplo, el equivalente a Turismo Balneario es Spa Tourism.

Mientras que en castellano son cosas distintas como ya explicado, en inglés el término Spa sí hace referencia a los balnearios y, de hecho, se engloban dentro del turismo médico más que en el de bienestar.

En nuestro país es todo lo contrario: mientras que los balnearios pueden estar bajo el paraguas del turismo médico y del de bienestar, los spa se engloban dentro del turismo de bienestar y de salud, pero nunca del médico.

 

*Datos y gráficos obtenidos del Informe “Turismo Termal en España” de la Escuela de Organización Industrial.